domingo, 25 de noviembre de 2007

Rufus en Cartagena





Espero no resultar excesivamente pesado, pero es que cada vez que encuentro algún nuevo vídeo de el señor Rufus Wainwright en su concierto en Cartagena, acompañado de una crónica entusiasta por parte de algún compañero/a de vivencias, siento la necesidad de compartirlo, de intentar haceros partícipes de lo que se vivió en ese Teatro en el, ya inolvidable, 9 de noviembre.
En esta ocasión os dejo parte de las actuaciones de la espléndida "Going to a town" y de la maravillosa versión de "Somewhere over the rainbow"...viéndolas aún no consigo creerme que estuviera allí. Espero que os emocionen, al menos, la mitad que a mi.
Señoras y señores, de nuevo os dejo con el genio en Cartagena.




"Going to a town"









"Somewhere over the rainbow"

lunes, 19 de noviembre de 2007

"Across the universe"


4 de enero del 2008. Fecha de estreno en España de "Across the universe", musical ambientado en la época de los 60 - 70 con total protagonismo de las canciones de The Beatles. La película que soñé, la película que necesitaba, la película que, sin verla, ya me emociona. Aquí os dejo el trailer de la misma, y la versión de "Let it be" que aparece en la película...maravillosa, deslumbrante, emocionante, inolvidable.

Nos vemos en el cine.









domingo, 18 de noviembre de 2007

Rufus Wainwright - Hallelujah

“Hallelujah”, canción compuesta por el maestro Leonard Cohen ya fue versionada por el malogrado Jeff Buckley en el histórico e imprescindible “Grace”, uno de los mejores discos de los noventa, una revisión estremecedora, melancólica y oscura que constituye una de las mejores canciones de la última década; pero fue el señor Rufus Wainwright quien sintió, interpretó y cantó esta canción de manera única e inolvidable, creando la versión definitiva. Triste, abrumadora, simple, grandiosa, inolvidable, y absolutamente bella, “Hallelujah” se podría considerar, sin miedo al exceso, una de las mejores versiones de la historia. Un consejo, escucharla, no la oigais, simplemente escucharla, dejaros llevar por la voz de Wainwright, hipnotizar por la melodía, emocionarse con sus palabras. Sentirla. Merece la pena.

Esta entrada, el sentimiento que me crea esta canción, las lágrimas que provoca en mis ojos, el escalofrío que recorre mi espalda al escucharla, es para ti. Por nuestro amanecer en París al ritmo de este piano, tan suyo como tuyo, tan tuyo como mío, por los sueños que no se cumplieron, por la sensación de sentirme lleno estando vacío, por las cosas que no pasaron, por los recuerdos que solo yo recordaré, por los holas que no acompañaron al adiós, por que esta canción es la banda sonora que quiero que tenga nuestra historia, con principio, sin final, con tortura, con soledad, con compañía, con poesías, con besos, con caricias, con un “volveré”, con un reencuentro imposible, con un reflejo, con una mirada, con unos ojos que no olvidaré, con una noche que acompañará cada uno de mis días, con una sonrisa que, durando tan poco, me acompañará siempre. No olvidaré nuestra mañana con Rufus sonando de fondo, no se cuanto duró, quizás toda una vida. Gracias por todo. Por si acaso, no cierro la puerta desde la cual te pregunté si volverías y tu, tan preciosa como siempre, me decías: claro…y sentí que no volvería a tener miedo a sentirme solo. Gracias por la compañía que me hará ese momento siempre…dejo la puerta entreabierta…te espero dentro…¿volverás?…Hallelujah…

domingo, 11 de noviembre de 2007



Rufus Wainwright en su concierto en Cartagena

Aquí os dejo la crónica escrita por Jam Albarracín para "La Verdad" del concierto de Rufus Wainwright, a mi entender una de las mejores críticas que he leido y capaz de explicar, lo máximo posible, la experiencia que vivimos todos los que el viernes 9 de noviembre acudimos al mejor concierto de nuestras vidas. Sin más comentarios os dejo con esta espléndida crónica.


27 FESTIVAL DE JAZZ DE CARTAGENA
11.11.07

DIOS EXISTE


La Verdad tuvo el inmenso placer de presentar, dentro de la 27 edición del Jazz Cartagena, a Rufus Wainwright. La velada que más expectación había despertado del festival -sin localidades desde hace una semana- desbordó hasta las previsiones más optimistas. Un espectáculo soberbio. Una de esas noches que, dentro de unos años, uno podrá recordar con orgullo: yo estuve allí. El del viernes fue, sencillamente y la duda ofende, el mejor concierto del año. Probablemente del lustro, quién sabe si de la década. Esta vez sí, vale agotar los superlativos. Dios existe. Ni Stones, ni Dylan, ni Springsteen: Rufus Wainwright.

La propuesta del canadiense de Nueva York tiene la majestuosidad de la ópera, la exuberancia del musical de Broadway, el poder melódico del pop, la suavidad del folk-rock, el aroma de libertad del singer-songwritter, la revelación del soul, la lujuria del cabaret. Todo ello esgrimido con un grado de calidad, originalidad y magnetismo insólitos: Rufus no seduce, directamente enamora. Desde el primer minuto de la primera canción -ahí es nada empezar con una melodía tan complicada como la de Release the stars, aunque en realidad todas lo son- y hasta el último de los bises, todo es absolutamente delicioso.

Su sentido del espectáculo es abrumador. La estética, la exactitud técnica, la gracia en la comunicación, la generosidad -más de dos horas de concierto-, el repertorio... Todo está cuidado con tanto mimo que justifica las caras de éxtasis del público a la salida. Lástima no haber llevado una cámara de fotos. El sonido, los músicos y la puesta en escena son magníficos, pero la línea de meta revela este podio: Wainwright, Wainwright y Wainwright: su voz, sus composiciones, su poder de fascinación.

El concierto fue ameno y muy variado. Con mayoría de canciones de su flamante nueva entrega, Release the stars -Do i disappoint you erizó la piel y Beetween my legs es la mejor canción pop de 2007-, pero con títulos de toda su discografía, desde Danny boy -de su primer álbum de 1998-, hasta Cigarettes and chocolate milk o esa maravilla coral que es 14th street, con la que cerró la segunda parte de un show que comenzó tocado con traje de rayas rojiblancas salpicado por tremendos broches brillantes, continuó vestido de boy-scout y casi finalizó en albornoz blanco, cantando junto al piano de mamá (literal, no es una frase hecha). Digo casi porque aún quedaba el simpático momento transformer final, joyas, tacones y lápiz de labios incluidos. Con faldas y a lo loco.

Todo en Rufus Wainwright es superlativo. Dramático, impresionante, barroco, desmesurado. Pero lo más excesivo es su devastadora calidad, su genialidad indudable. Y de eso, fruta escasa, es imposible empacharse. La del viernes fue una de esas veladas en las que uno se congratula con la música, con el arte y con la vida. Menos mal que existen.


Jam Albarracín

sábado, 10 de noviembre de 2007

Rufus Wainwright




La mejor experiencia musical de mi vida. Uno de los momentos más emocionantes que esta persona ha vivido. Una de esas cosas que se saben inolvidables mientras están ocurriendo. Estas son algunas de las definiciones que se pueden aceptar como válidas para, intentar, explicar lo que fue el concierto más maravilloso, redondo, conseguido, apasionado, fascinante y absolutamente emocional que he visto. Rufus Wainwright en el Teatro Circo de Cartagena. Nadie sabe aún como consiguieron traerlo, como un genio de su talla se acercaba a esta pequeña ciudad de la Región, pero eso es lo de menos, lo importante es que estaba aquí y que nos ofreció algo que no olvidaremos nunca. Con una puntualidad ejemplar (21:30 en punto) aparecieron en escena los 6 miembros de la banda más impresionante que uno se puede encontrar. Perfectos en unos coros celestiales, sublimes, y con una capacidad instrumental apabullante, la banda que acompaña a Rufus se complementa y entiende su música, se adapta a un estilo único, demuestran su excelencia, y ponen toda su capacidad al servicio del genio americano.





Y que genio...comenzando con una increible "Release the stars" a la que siguió la maravillosa "Going to a town", un clásico, Rufus fue desgranando, principalmente, los temas de su último trabajo, el homónimo "Release the stars", el mejor disco de su carrera tras esa obra maestra absoluta que es "Want one". Tras ofrecer unas sublimes "Rules and regulations" y "Sansoucci", ´Wainwright avisó al público, al cual no dejó de hablar durante todo el show de manera cercana, sincera y especial, de que la siguiente parte del espectáculo estaría centrada en sus trabajos anteriores, y comenzó con uno de los temas de su primer trabajo, la excepcional "Danny Boy" a la que siguió el mejor tema del primer set, una melancólica y cautivadora versión, Rufus ayudado únicamente de su piano y su voz,de esa obra maestra que es "Cigarettes and chocolate and milk" del exquisito "Poses". Inmediatamente después una "The art teacher" que nos dejó a todos hipnotizados ponía punto y final a una parte del concierto más que memorable. Rufus señaló entonces que tocarían una canción más y se tomarían un pequeño descanso, la canción elegida fue una brillante "Between my legs" cantada con la ayuda de una espectadora que subió al escenario para ayudar al genio. De esta manera simpática terminaba la primera y fascinante primera parte del concierto.





Nadie ni nada nos podrían haber avisado de lo que estabamos a punto de ver, de escuchar, de sentir, en el segundo segmento del show. Redondo, sublime, maravilloso,etc., varios son los adjetivos que se pueden conceder a 2 horas de pura música, de genialidad desbordante. Comenzando con una absolutamente magistral "The consort", Rufus ofreció todo lo que puede ofrecer, que es tanto, tanto, que intentar explicarlo con palabras es algo difícil, casi imposible. Con un constante nudo en la garganta, con los pelos de punta durante cada una de las canciones y con los ojos iluminados siguió servidor esta parte del show. A través de el se fueron sucediendo obras maestras como "Not ready to love", "Leaving for Paris" o "Tiegarten".Pero dentro de un concierto que fue totalmente inolvidable, hubo ocasiones que merecen una mención especial, como por ejemplo la ocasión en la que Rufus invitó a su madre a tocar cuatro temas, entre los que destacan una maravillosa "Barcelona" y, sobre todo, una inolvidable versión del "Somewhere over the rainbow" de Judy Garland. O uno de los momentos más mágicos que he vivido en mi vida, la interpretación de Rufus y su banda, totalmente a capella de una tradicional canción irlandesa llamada "Mocushla", sin palabras. También merecen un lugar destacado en esta crónica la apabullante versión de "Do i dissapoint you", de las más aplaudidas, la increible "Beautiful child", acompañada de palmas "españolas", como pidió el mismo Rufus, la sublime "Slideshow" que dejó a todo el mundo con la boca abierta, o la canción con la que cerró el segundo tramo del concierto, la obra maestra "14th street" en la cual se presentaron cada uno de los miembros de la banda con un solo de cada uno de sus instrumentos en lo que fue una de las demostraciones de virtuosismo más grande que se pueden ver en la actualidad. Nuevo punto y seguido.

Ya solo quedaba la tercera y última parte del concierto, en la cual Rufus apareció vestido con un impecable albornoz blanco con el cual se sentó en el piano para ofrecer una increible versión de la maravillosa "I don,t know what it is", a la que siguió una íntima y mágica "Poses" (cuando Rufus se queda a solas con el piano el silencio y el sentimiento que recorre cada uno de los rincones del teatro es, sencillamente, único). Y para el final, el gran final, el genio americano se sentó frente a la primera fila, en un pequeño taburete, fue secándose las orejas y colocándose en cada una de ellas unos espectaculares pendientes de diamantes, después se pintó los labios de un color rojo pasión y ,por último, se colocó unos zapatos de tacón imposibles con los cuales se dirigió al fondo del escenario.
Lo que ocurrió después solo se puede explicar estando allí, viéndolo. Todos los componentes de la banda aparecieron vestidos de traje, mientras Rufus se quitaba su albornoz y mostraba un..espectacular vestido corto negro, salido directamente del armario de su amada Judy Garland. Él y su banda ofrecieron entonces un inolvidable número musical, "Get happy", en el cual se sucedieron pasos de baile imposibles y gestos delirantes que hicieron que el teatro entero se pusiera en pie. Con el público totalmente entregado, en éxtasis permanente, Rufus concluyó su show con una brillante "Gay messiah", maravilloso punto y final a un espectáculo indescriptible.





3 horas de concierto. 3 horas con la mejor voz del mundo (en directo es algo apabullante). 3 horas de genialidad. Servidor nunca ha estado tan cerca de un genio. Nunca ha vivido algo así.Todo lo que escriba será en vano, porque un concierto de Rufus Wainwright es algo que hay que ver, que hay que disfrutar, que hay que sentir. Unas 13 horas después de que los aplausos dieran por concluido el concierto, no he podido olvidar su voz, no he podido dejar de sentir algo especial, una sensación permanente de saber que he vivido algo que nunca olvidaré. El genio pisó Cartagena. Enamoró a un Teatro Circo lleno. Fascinó a todo un público entregado. Emocionó hasta un punto extremo. Nos hizo olvidar problemas, dudas, amores, desamores, situaciones...Hizo desaparecer todo dejándonos con la mejor de las compañías: su voz, su presencia, sus canciones, sus palabras, su sinceridad, su humildad, su extravagancia, su exageración, su pura y dura genialidad. Rufus Wainwright ofreció el que será el concierto más especial de mi vida. Puede que vaya a mejores, pero no más emocionantes, más especiales. Fue algo único e irrepetible. Que concierto...cuando alguien demuestra estar más allá, mucho más allá de las palabras, de la alabanza...en el punto justo de la emoción...GENIO con mayúsculas....Rufus Wainwright.





El GENIO y yo




"Beautiful child" interpretada en el Teatro Circo de Cartagena, un ejemplo de lo espectacular que fue todo.



La increible "Cigarettes and chocolate milk"






"Somewhere over the rainbow"...no más palabras


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Esa obra maestra llamada "Going to a town"




"Gay Messiah", el tema con el que se despidió




"Mocushla". Capella. Como dijo la persona que me acompañaba: "esto es música".




La maravillosa "14 th street"





Rufus y la banda que le acompañó en el Teatro Crico. Canción con la que comenzó el concierto, "Release the stars"

lunes, 5 de noviembre de 2007

viernes, 2 de noviembre de 2007

George Harrison - All things must pass




En la mayoría de mis críticas aparecen dos palabras que conforman un único término: obra maestra. Pero, ¿qué es, exactamente, una obra maestra? Difícil respuesta. Supongo que cada persona tiene una opinión personal sobre el verdadero valor del concepto y lo que significa. Para dejar las cosas claras desde el comienzo, diré que para mi una obra maestra es algo incapaz de explicar, algo que te emocione, que cree en ti algún tipo de sentimiento que te resulte familiar sin serlo, que sepas desde un primer momento que te va a acompañar siempre, que consiga hacerte llorar, sonreir, etc. Para mi una obra maestra es el trabajo de un genio, de una persona capaz de crear algo tan enorme que, mientras por un lado te parece algo tan grande, tan enorme y tan espectacular, sientes que está hecho solo para ti, únicamente para que lo disfrutes tu, que está contado, cantado, escrito, compuesto para ti.

Pocas obras son tan redondas, tan geniales, tan espectaculares, tan sumamente sencillas en su grandeza como "All things must pass". Pocos trabajos musicales tienen esa capacidad de atraparte a la primera nota, de guiarte en un laberinto de sentimientos que suenan tan, tan sinceros como los que, con una voz preciosa en el aspecto más literal del término, transmite George Harrison en este, su disco más conseguido, tras la separación de los Beatles.

Harrison siempre fue el genio en la sombra, el guitarrista que escondia su grandeza tras las emocionadas notas de una guitarra, empequeñecida por lo gigante del carácter y destreza de los dos mejores compositores de la Historia, los señores John Lennon y Paul McCartney. Tras ellos se encontraba la que era, seguramente, la personalidad más normal, tranquila y sencilla, de los cuatro fabulosos de Liverpool, pero no solo eso, sino también la pura inspiración del que, para servidor, es el gran genio desconocido de la Historia de la música.

En su etapa beatle se destapó pocas veces, pero siempre aprovechó su oportunidad, sobre todo en sus últimas composiciones dentro del cuarteto. Si "Don,t bother me" era una aceptable canción pop que se ganó justamente un lugar en la cara A del segundo trabajo de los Beatles, sus siguientes canciones fueron demostrando la evolución natural de Harrison. La maravillosa "I need you" y la notable "You like me too much" fueron su aportación para el disco "Help!", tras ellas llegaron la estupendas "Think for yourself" y "If you needed someone", dos de las mejores canciones de "Rubber soul", la innovadora "Love you to" y la conseguidísima "I want to tell you" dentro del álbum "Revolver" y la oscura e hipnotizante "Within you, without you", la canción que abría la cara B de esa obra maestra llamada "Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band". Dentro de la época más psicodélica del grupo, Harrison ofreció sus temas menos conseguidos,como son "Only a norther song", "It,s all too much" o "Blue Jay Way". Compuso también las caras b de dos de los singles de los Beatles, las notables "Old brown shoe" y "The inner light". Pero fue en la época más complicada del grupo cuando Harrison comenzó a demostrar su más alto nivel. Suya es la mejor canción del espectacular ábum doble que el cuarteto lanzó en 1.968, llamado "The Beatles", pero más conocido como "White Album". Se trata de "While my guitar gently weeps", una canción profunda, sentida y enorme, verdadera cima del trabajo. En el segundo cd, Harrison también regalaba una joya escondida llena de sentimiento llamada "Long, long, long". Para finalizar su etapa beatle, George se permitió el lujo de componer dos obras maestras absolutas que se encontraban dentro del mejor disco del grupo, "Abbey Road", consiguiendo así que sus temas fueran el punto alto de un trabajo discográfico de ese tamaño. "Something" y "Here comes the sun" suelen estar en permanente estado de competición entre los beatlemaniacos, que se enfrentan entre ellos para elegir cual de las dos es la mejor aportación de Harrison al grupo. Servidor no puede elegir, así que se queda con dos de las mayores joyas que nos ha regalado la música. Dentro de "Let it be", último álbum publicado del cuarteto de Liverpool, George, aportó dos nuevas canciones, la maravillosa "I, me, mine", canción por descubrir, y la simpática "For you blue".

Tras este último disco los Beatles se separaron. Quedaba por delante la publicación de los cuatro primeros trabajos en solitarios de Lennon, McCartney, Harrison y Starr. Y el resultado fue, cuanto menos, esperanzador. John creó una obra áspera, íntima, sincera y desgarrada, el espectacular "Plastic Ono Band", Paul publicó un artesanal y emocionante trabajo, muy infravalorado al principio, llamado, simplemente, "McCartney", y Ringo sorprendió a todos con un tremendamente conseguido álbum lleno de impresionantes colaboraciones llamado "Ringo". ¿Y qué hizo George Harrison?. Pues componer el que, con el paso del tiempo, confirmó lo que ya se intuía cuando apareció en las tiendas, el mejor disco de un Beatle en solitario y una de las obras musicales más redondas de la historia: "All things must pass".


CD 1

1ª - "I,d have you anytime": compuesta mano a mano con el maestro Bob Dylan que prestaba la letra, Harrison abre el primero de los discos de manera relajada, llenando nuestros sonidos de una paz y tranquilidad a la que ayuda, y de que manera, una voz estupenda y unas guitarras serenas y brillantes. Puede que no esté al nivel del resto de las canciones,pero a pesar de eso, este primer tema es la manera perfecta de comenzar un álbum que se intuye emocionante.

2ª - "My sweet lord": apenas 10 líneas de letra son suficientes para que Harrison ofrezca uno de los grandes clásicos de la música popular, un emocionante himno, lleno de maravillosas guitarras (tanto acústicas como eléctricas), de brillantes coros, con una producción perfecta por parte de Phil Spector, otro de los grandes responsables de que "All things must pass" sea la genialidad que es. George desgarra la voz, llena de sentimiento una canción que debe ser considerada, si aún no lo es, uno de los mayores logros musicales que se han creado.

3ª - "Wah - wah": rabiosa muestra del mejor rock, Harrison demuestra en este tercer tema una capacidad para crear sucios riffs capaces de ser el elemento a través del cual giran toda una serie de factores (genial voz y coros, impresionante acompañamiento orquestal y grandiosas guitarras) que conforman una joya tan impresionante como esta crítica a sus años Beatle. Imprescindible.

4ª - "Isn,t it a pity": y llegó la cima. Antes de nada, debo admitir que este tema me parece la mejor canción que compuso el señor George Harrison en su etapa en solitario, y quizás en su etapa beatle. Todo en ella funciona, desde una capacidad instrumental llena de aciertos perfectos,esos teclados, esas guitarras que están más allá de la alabanza; esa voz llena de intensidad escondida tras la sutileza, de sencillez llena de emoción; ese final tremendo, absolutamente tremendo, lleno de épica, de inspiración, de puro sentimiento. Sin duda, la demostración más absoluta de la genialidad que podía alcanzar Harrison.

5ª - "What is life": nos encontramos ante el que es, a mi parecer, uno de los mejores riffs de guitarra jamás compuestos. Lleno de energía y de brillantez, el quinto tema del disco es una muestra del mejor pop, una joya totalmente redonda donde la preciosa letra, la maravillosa interpretación de Harrison y el perfecto papel de cada uno de los instrumentos (especialmente una guitarra en permanente estado de gracia)no hace más que coronar la que es una de las grandes canciones del repertorio Harrison. Un clásico instantáneo.

6ª - "If not for you": también hay lugar en este trabajo para un revisión por parte de George a uno de los grandes temas del antes mencionado Bob Dylan. Bellísima versión que consigue superar con creces a la original gracias, sobre todo, a una maravillosa interpretación vocal por parte de Harrison.

7ª - "Behind that locked door": nueva balada llena de sentimiento, con una guitarra preciosa y precisa, donde de nuevo se debe alabar la voz de un Harrison que demuestra a lo largo de todo el disco, que tenía una de las voces más personales y bonitas, en el mejor de los significados posibles, de la historia del pop. Atención también a unos coros sublimes que redondean otra de las grandes canciones del trabajo.

8ª - "Let it down": otro de los clásicos más reconocidos de este disco es esta maravillosa canción dividida claramente en dos sectores a cual mejor. Por una parte tenemos unas estrofas llenas de una extraña, hipnotizante y oscura melodía que nos lleva, casi sin darnos cuenta, a un estribillo rabioso y lleno de fuerza. Un poderoso tema, perfecto en todos sus elementos.

9ª - "Run of the mill": para cerrar el primero de los cds, Harrison se guarda una de sus mejores baladas, estructurada sobre todo en una de las letras más conseguidas que jamás escribiera el genio inglés. Estupendos los acompañamientos orquestales que ayudan a llenar de emoción una brillante interpretación vocal en la que George suena tan sincero y profundo como de costumbre. Uno de los mejores temas del trabajo, y perfecto punto y seguido.


CD 2

1ª - "Beware of darkness": el segundo de los cds comienza con una nueva joya. Canción redonda que le debe la mayor parte de su éxito musical a una producción de Spector capaz de crear un ambiente melancólico y bello al que hay que sumar una genial voz de Harrison y uno de los mejores middle eight de todo el trabajo. Mención aparte merece un solo de guitarra genial, grandioso, lleno de fuerza y sentimiento. Una auténtica maravilla.

2ª - "Apple scruffs": acelerado tema acústico con claras influencias dylanianas, que cuenta como elementos claves con un inspirado riff de harmónica,unos preciosos coros, y un estribillo bastante contagioso. Tema menor dentro de un trabajo gigantesco, es decir, canción que bastantes compositores matarían por tener.

3ª - "Ballad of Sir Frankie Crisp (Let it roll)": seguramente nos encontramos ante uno de los mejores temas de Harrison, y a la vez, uno de los que menos repercusión alcanzó. Una de esas baladas eternas, llena de factores que la elevan entre las demás, eso y mucho más es esta "Ballad of Sir Frankie Crisp"; Harrison no canta mejor que nunca, sino tan bien como siempre, la producción es absolutamente genial y contiene unos teclados maravillosos; estos son, simplemente, algunos de los pilares sobre los que se asenta una de esas canciones imprescindibles.

4ª - "Awaiting on you all": canción centrada, básicamente, en la religión, tema que aparece constántemente a lo largo del trabajo, pero que se enfoca, en esta ocasión, en una melodía llena de nervio, y que se esconde tras una verdadera muestra del llamado "muro de sonido" que imprimía Spector a todas sus producciones. Brillante pop, sobrecargado pop, simple pop, en definitiva, puro pop, y del mejor.

5ª - "All things must pass": de nuevo es necesario arrodillarse y agradecerle a Harrison una canción. Pocas baladas tienen la capacidad evocadora, la grandeza y la emoción de "All things must pass". Partiendo de la base de que estamos ante una de las letras más redondas de George, brillante reflexión sobre el tiempo, nos encontramos ante un tema cuya belleza es tan grande que intentar describirla sería estúpido e innecesario. La voz de Harrison, en la que es la mejor interpretación vocal del álbum, nos canta todo con una humildad y con una sinceridad desgarradora, absolutamente inolvidable. Una canción para recordar siempre.

6ª - "I dig love": tema centrado en un genial riff a través del cual la melodía va creciendo hasta alcanzar un sobresaliente climax final, en el cual la estupenda voz de Harrison, una brillante percusión, un bajo grandioso y una guitarra acertadísima se unen para crear una nueva joya.

7ª - "Art of dying": maravillosa reflexión sobre la muerte, en este tema Harrison demuestra su capacidad como estupendo guitarrista y su constante pensamiento sobre temas universales. Llena de grandeza sonora, "Art of dying" es uno de los mejores temas rockeros que George compuso, y que se ayuda de unos metales asombrosos y una interpretación instrumental más que abrumadora, para convertirse en uno de esos clásicos a los que hay que acercarse para entender la grandeza de un genio como Harrison.

8ª - "Isn,t it a pity (Version two)": revisión del maravilloso tema que aparecía en el primero de los cds. Esta vez, Harrison se centra en eliminar todos los posibles arreglos épicos que tenía la primera de las versiones y desnudar el tema de manera que se puede apreciar la belleza absoluta del original. Melancólica, profunda, preciosa y tan genial como su primera versión, "Isn,t it a pity (Version Two)" quizás no aporte nada al trabajo, pero su escucha es siempre una auténtica y necesaria delicia.

9ª - "Hear me lord": y llegamos al final. Una nueva canción centrada en la religión, una nueva joya, otro tema redondo. Es esta otra de esas canciones donde todo está conseguido, donde se produce la magia de que todos los factores encajen a la perfección, incluidos unos coros llenos de sentimiento y una voz desgarrada y genial de Harrison, que ofrece de nuevo una de las mejores interpretaciones vocales de su carrera. A nivel instrumental es una nueva cima, contando con unos teclados asombrosos, una percusión brillante, y una guitarra escondida pero sublime en cada una de sus apariciones. En definitiva, una genialidad absoluta para poner punto y final a algo más que un gran trabajo.



No es que se pueda añadir poco más sobre "All things must pass", la cuestión es que no se debe añadir nada más. No se sabe si es cuestión de magia, cuestión de buena suerte, de buena racha o de inspiración momentánea, pero hay ocasiones en los que se dan todos los elementos para que se cree algo inmortal, algo que es un clásico antes, durante y después de su salida al mundo. Este es el trabajo de un genio, de alguien capaz de crear algo tan enorme que te hace sentir que, a pesar de ser algo que está construido para que lo escuche el mundo, sólo llega a tus oidos, que está escrito para ti, compuesto para ti, cantado para ti. Es el trabajo de George Harrison. Su discurso, su lema, su leyenda hecha música. Es la personalidad de una persona reflejada en unas melodías, letras y voces llenas de vida. Es la inmortalidad de un mortal. "All things must pass" es, simple y llánamente, una obra maestra.


Taxman


(Esta crítica no podía estar dedicada a otra persona que no fuera mi compañero de análisis musicales, Richi, porque gracias a el, me acerqué un poco más a una persona que ya era muy cercana, el señor George Harrison. Por sus consejos, por su ayuda, sus ánimos, su sabiduría, su confianza, su sinceridad y su amistad tan lejana como cercana, este artículo está enteramente dedicado a el, porque sin su apoyo seguramente, no me hubiera atrevido a enfrentarme a este disco. Si consigo que le parezca, al menos suficiente, me tomaré el trabajo por cumplido con creces. Un abrazo enorme para la persona que, llamándose Richi, mejor rima con Harrison.)