sábado, 19 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos - Danke Tarantino



Quizás es porque venía de sufrir cuatro películas horrendas ("American Playboy", "Que le pasa a los hombres", "Gamer" y "Hazme reír") pero me ha encantado "Malditos Bastardos". Y, desde el mismo momento en que finalizó la película, estoy segurísimo de que al mismo número de fans de la nueva película de Tarantino, se sumarán los mismos detractores.

Tarantino, en cierta medida, se ha arriesgado. Con el ritmo, el tono, la historia de este grupo de personajes peor dibujados de lo que uno esperaría de la mano del director de "Pulp Fiction", pero que tienen el suficiente carisma como para conquistar a una audiencia a la que se le exige el máximo de atención a unos diálogos marca de la casa que funcionan como películas dentro de la película. Escenas largas, pero con una tensión interna más que destacable.

Y es justo ahí donde reside el mayor logro de la película, en lo hipnótico de la propuesta, lo surrealista de una cinta que no tiene miedo de reinventar la historia pero que, lo más importante, lo hace desde el amor máximo al séptimo arte. Y es que el cine es el auténtico protagonista de "Malditos Bastardos", por eso no extraño que uno de los heroes sea un crítico de cine y que la batalla final se libre en una sala de cine. Tarantino ama este oficio de una manera tan pasional que no duda en mezclar el thriller con la comedia, el drama con el spaghetti western, y, como en la mayoría de las ocasiones, no falla.

Dividida en capítulos, "Malditos Bastardos" nos regala momentos de auténtica maestría como el primer acto en una casita francesa, de una tensión y sabiduría en el guión realmente asombrosa, que para redondear, esta finalizada de la mejor manera posible. Y no menos fuerza tiene la presentación de los "bastardos" en el segundo de los capítulos. Quizás el momento más Tarantino de todos cuantos hay en el film sea esa maravillosa escena del bosque del grupo mata - nazis y un alemán capturado. Y aunque a partir de ese instante la película descuide en ocasiones el ritmo, aún se pueden destacar escenas de una brillantez exultante como la de la taberna o el maravilloso momento de la cabina de proyección, eso sin olvidar el sentido del humor que Tarantino utiliza siempre, que aunque en esta ocasión aparece en menor medida, sigue funcionando a las mil maravillas. Sirva como ejemplo el memorable primer encuentro entre el cazajudíos y los bastardos en la entrada al cine.

En cuanto a las actuaciones, son muchos los personajes y todos, absolutamente todos, están perfectos en sus papeles, pero quienes sin duda sobresalen son el teniente Aldo Reine (Brad Pitt) y el coronel nazi Hans Landa (Cristoph Waltz). Pitt ofrece una actuación desenfadada y carismática con la que demuestra que también tiene capacidad para no llevar al ridículo y a la sobreactuación a un persona que lo tenía todo para que así fuera. Pero las alabanzas, todas, deben ir para Waltz y su "caza judíos"; siendo, de lejos, el mejor personaje de la película, su actuación es memorable, aterradora y deslumbrante, capaz de merendarse a cualquier compañero de reaparto solo con un gesto. Nunca nadie había tomado un vaso de leche con tanta tensión. Por su parte, la dirección de Tarantino, segura, directa y, en todo momento, apasionante vuelve a colocarlo en el lugar donde siempre debe estar, junto a los más grandes.

"Malditos Bastardos" no es la obra maestra soñada, pero tampoco es el mayor de los ridículos que sus detractores esperaban desde que se anunció que Tarantino haría su película sobre la Segunda Guerra Mundial. Es, ni más ni menos, que la visión surrealista, épica, desmesurada y apasionada de un hombre que ama su oficio, que vive y muere por el cine. Una película que se amará y se odiará a partes iguales. Un gozoso espectáculo lleno de logros y con algún descuido. Una película que, no lo dudéis, será recordada. Es, sencillamente, la mejor película bélica que Tarantino podía hacer. Sean bienvenidos estos bastardos.

Nota: 9

No hay comentarios: