domingo, 17 de octubre de 2010

La Red Social - ¿Por qué?




Cuesta entender el momento en el que vivimos. Comprender lo que nos rodea. Ser conscientes de nuestra realidad no es una tarea sencilla y muchos desisten ante ella. Algunos artistas comprendieron el mundo en el que habitaban, la sociedad de la que formaban parte, y utilizaron su arte para describirlo, dibujarlo, cantarlo, contarlo. Nadie se había atrevido hasta ahora a ponernos un espejo delante para descubrir nuestro verdadero yo, las miserias a las que el ser humano se enfrenta día a día, la superficialidad a la que se agarra, la ambición que se puede encontrar en los rincones más o menos ocultos de cada uno, el tiempo en el que nuestras huellas encuentran su camino hacia la satisfacción. Por eso hay que ver “La Red Social”.


Uno se encuentra en un bar, en una casa, en un parque, en un banco teniendo una conversación única, triste, alegre, lúcida, apasionante, necesaria. Y cuando todo acaba, y cada una de las personas regresa a su hogar se sienta frente a un ordenador, lo enciende, espera impaciente a que la pantalla muestre sus múltiples opciones y, entonces, comienza a navegar por Internet. Intenta encontrar un apéndice a la última palabra dicha frente a la cara de la otra persona, un punto final que acompañe a los puntos suspensivos que quedaron en el aire, una canción que encierre un secreto, una frase, una idea, algo que se ha podido decir pero uno quiero repetir hasta la saciedad. Entra en Facebook, escribe una frase, y espera ansioso que, en la esquina de la pantalla aparezca un nuevo mensaje de esa persona que no ha subido nada nuevo a su página personal. ¿Por tiempo quizás? ¿O es qué no siente lo mismo? Los sentimientos escritos desde la frialdad de una pantalla. Es tan sencillo como complejo, tan feliz como desolador, tan excepcional como inquietante. Y nadie nos lo había enseñado de manera tan clara. Por eso hay que ver “La Red Social”.


El ser humano necesita sentirse valorado. Necesita saber que hay alguien al otro lado, que se preocupan por el, que se mantienen alerta por si necesita cualquier cosa. Necesita verse reflejado en otras reflexiones, protagonista o secundario en la vida de alguien, centro de atención de algunas dudas, conflictos, alegrías o tristezas de otro de sus semejantes. Sentirse solo, excluido del sector de personas del que deseas formar parte puede provocar una de las ideas más revolucionarias e importantes de nuestra historia, como es el caso que nos ocupa, pero también puede despertar el lado más ambicioso, egocéntrico y perturbador que es parte innegociable de una parte de nuestro comportamiento. Hasta que punto un ser humano puede ser popular solo por contar con 200 amigos en una red social. Hasta que punto esas relaciones son reales. Hasta que punto alguien puede sentirse solo frente a una pantalla mientras lee que tiene 200 amigos en Facebook. Nadie nos había hecho pensar en esto de manera tan clara. Por eso hay que ver “La red social”.


No se trata solo de una demostración de sabiduría cinematográfica por parte de un genio como David Fincher con unos actores que alcanzan la perfección. De una película necesaria. De un clásico que servirá para entender de que se trata todo esto en donde andamos todos metidos. Ni siquiera es solamente una obra maestra de nuestro tiempo. Y, muchísimo menos, es solo una película sobre el creador de Facebook. Se trata de una historia sobre nuestras miserias, necesidades, complejidades. Se trata de algo que habla de ti, de mi, de nosotros. Y, por supuesto que ya soy fan de su página, que le he dado a “Me gusta” a todos los enlaces que he encontrado sobre ella y que yo mismo me he encargado de recomendarla a mis amigos a través de su plataforma. Y sigo esperando a que aparezca “nuevo mensaje de…”. Pero nadie se había atrevido a recordarnos de tal manera lo necesario que es volver a escuchar una voz o volver a mirar a los ojos a alguien. Es tan grande que da miedo, tan necesario que asusta. Pero no hablo de Facebook, no, esa historia es apasionante, me refiero al ser humano. Ya era hora de dejar de hablar de lo que éramos o de lo que podemos llegar a ser. Tocaba hablar de lo que somos. Y por eso hay que ver “La Red Social”.

Nota: 10

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