sábado, 16 de febrero de 2008

"Pozos de ambición" - El clásico complejo




"Pozos de ambición", la otra gran favorita de la gala de los Oscar de este año (frente a la soberbia "Expiación" y la irregular "No es país para viejos"), podría haberse convertido en una de las mejores películas de los últimos tiempos, en una obra maestra absoluta, redonda y referente indiscutible para futuros proyectos de tal embergadura. Pero, por desgracia, cuenta con un epílogo tragicómico. La pregunta es, ¿es suficiente razón 15 minutos fallidos para ensuciar 140 minutos de una grandeza cinematográfica apabullante? Pues yo creo que no.

Hagamos el esfuerzo, el ejercicio mental de pensar que ese duelo psicológico final ocurrido en la bolera nunca ocurrió, que los secretos que se nos desvelan en esa escena nos los contaron de otro modo en el que Day - Lewis no sobreactuó como un animal y no nos dieron ganas de reir o llorar frente a un desenlace tan poco afortunado. Imaginemos que nada de eso ocurrió y centrémonos en la que es, descontando lo anterior, una de las, denominadas, obras maestras de nuestro tiempo.

La vida de un prospector de Texas obsesionado con el poder que le puede reportar el negocio del petróleo es la base en la que gira esta película extraña, compleja, apasionante, hipnótica y, totalmente absorbente.
Uno es incapaz de mirar el reloj en, nada menos, que 158 minutos que se pasan volando, que se disfrutan, que deslumbran como solo lo hace el buen cine.


Y gran parte de culpa la tiene un señor llamado Paul Thomas Anderson, director y guionista de la cinta.
Adaptando una novela de Upton Sinclair, que se intuye extensa y densa, Anderson da forma a un guión soberbio y con una capacidad de manejar el ritmo de los acontecimientos, de desarrollarse a través del tiempo, con una facilidad asombrosa, en el que es un ejercicio de síntesis merecedor de todo tipo de alabanzas.
Y en la dirección, más de lo mismo, Anderson parece sentirse como pez en el agua frente a una historia de ambición, amor paternal, sufrimiento, tensión, y sobre todo, constantes luchas piscológicas que no solo se producen entre los personajes,sino dentro de ellos.
Donde otros directores hubieran sucumbido, Paul Thomas Anderson emerge como un director con mayúsculas, capaz de construir, con la inestimable ayuda de la impresionante fotografía de Robert Elswit y la obsesiva, compleja y fascinante banda sonora de Jonny Greenwood (guitarrista de Radiohead), escenas tan maravillosas como el viaje de Day - Lewis en el tren con su hijo, el incendio de la base petrolífera o la conversación final entre padre e hijo con la ayuda de un traductor. A estos momentos habría que añadir muchísimos más en la que es una de las direcciones más perfectas que se han visto en mucho tiempo, ejemplificada en unos primeros 20 minutos en los que nadie habla, no se escucha música alguna y que se convierten en una muestra de capacidad de hipnósis cinematográfica deslumbrante, en una clase de dirección sobre como manejar la atención del espectador sin ayuda de sonidos o palabras (que aprendan los hermanos Coen). Sin duda, aquí tenemos al merecedor del Oscar al Mejor Director de este año.


En cuanto a las interpretaciones, se podría decir que existe un "duelo" entre el personaje de Daniel Day - Lewis y el jóven predicador encarnado por Paul Dano, actor conocido por su papel de hijo problemático en "Pequeña Miss Sunshine".
Comenzando con este último lo mejor que se puede decir es que, cuando su personaje esta tranquilo, centrado y sobrio, su actuación es notable, llegando en ocasiones a resultar fascinante, pero..ahí cuando pierde el control..Dano ofrece una clase de sobreactuación que bordea lo risible en demasiadas ocasiones. De todas maneras, y al enfrentarse a un actor de la talla de Day - Lewsi, se puede decir que el jóven intérprete sale bien parado.
Si un porcentaje de la grandeza de la película pertenece a Paul Thomas Anderson, el otro es poder absoluto de Daniel Day - Lewis.
Es un excelente actor, de los mejores cuando se lo propone, y en esta "Pozos de ambición" ofrece un recital de interpretación digno de entrar a los anales durante más de dos horas, pero entonces llega el fatídico epílogo y el actor irlandés vuelve a sus tics, a su gran fallo, llamado sobreactuación. Sus últimos quince minutos en pantalla solo se pueden argumentas basándose en el estado mental de su personaje, pero me temo que ni así se puede justificar un recital de gesticulaciones, excentrecidades, y exageraciones que dan forma a la cima de la sobreactuación de Day - Lewis.
Pero volvemos al inicio de la crítica, y es que estos quince minutos no deberían hacer que pasemos por alto los 140 minutos anteriores en los que Daniel Day - Lewis ofrece la que es una de las mejores interpretaciones que servidor ha visto en mucho, mucho tiempo y, sin duda, la mejor de la carrera de este, repito, excelente actor.


En definitiva, "Pozos de ambición" es una obra semi - maestra, en la que, tras llegar los créditos finales, uno se encuentra ante la lucha entre el recuerdo de lo que habia sido la película y el olvido que hay que hacer de ese final.
Yo prefiero, sin duda, quedarme con el recuerdo de la que es una GRAN PELÍCULA, y desde ya, uno de los clásicos contemporáneos más complejos y apasionantes de la última década.


Nota: 9,5

Taxman


2 comentarios:

Jesús Garrido dijo...

Un nuevo clásico. Hacía mucho tiempo que no se trataba el tema del petróleo de una forma tan buena. Digan lo que digan, Daniel Day-Lewis hace una actuación impresionante. Si no lo es, se queda a nada de obra maestra.

G B dijo...

Soy un defensor aferrimo del grande Daniel Day-Lewis, uno de los grandes actores, que en los 15 minutos finales siguió "el guión" de una forma magistral, realizando un gran papel en una gran obra.(Touching...touching).
Sin duda alguna una de las mejores películas de este año.