sábado, 23 de enero de 2010

Nine - Deslumbrante Irregularidad




"Te aseguro que lo que a la gente menos le importa es mi guión". Con esta frase, Guido Contini, aclamado directos en asfixiante crisis creativa, intenta convencerse a si mismo, y a su gran estrella, de que el no tener una historia que contar no es lo importante, sino la forma en que se cuenta. Y a la postre esta afirmación se convierte en la verdadera razón de existencia de una película como "Nine".

Lastrada por sus desatadas expectativas y por sus respectivos antecedentes en cine (Fellini) y teatro (su aclamada versión made in Broadway), nos encontramos ante una película que ni es tanto ni es tan poco, sino las dos cosas. Es, a la vez, deslumbrante y fallida, compleja y simple, contenida y loca, apasionante y vacía. Así que la cuestión consiste en decidir de que lado cae la balanza, y eso depende de con que ojos la miras.

El principal problema y virtud del film es su casting. Tener a Daniel Day - Lewis, Judi Dench, Marion Cotillard, Nicole Kidman, Penélope Cruz, Kate Hudson y Sophia Loren, exige, como mínimo, algo notable. Lo que ocurre es que si tienes un notable asegurado lo que debes proponerte es llegar al sobresaliente, y ahí es donde falla "Nine", en el fondo.

Y es que de la forma poco se puede decir más allá de lo absolutamente hipnótico que resulta ser testigo de un espectáculo grandioso, y en ocasiones, grandilocuente, que alcanza el clímax absoluto en algunos de sus números musicales,como "Cinema Italiano", cantado por Hudson, o "Make Movies" de una impresionante Marion Cotillard. Aún así, merece especialmente atención el fascinante número protagonizado por Fergie, cantante de Black Eyed Peas,"Be Italian", que se convierte en el momento más memorable de toda la película.

¿Dónde está lo malo entonces? Pues en una historia vacía, tratada con una ligereza excesiva, y con la que cuesta mucho conectar una vez vemos que toda la película repite la misma fórmula: Day Lewis sufriendo por no tener ideas y buscando la inspiración en sus musas. Bien es cierto que poco más se puede sacar, pero aún así es tanta la diferencia entre las escenas cantadas y las habladas que la sensación que se crea es de que se trata de una propuesta que podría haber sido magistral y se queda en aceptable.

En cualquier caso, cuando las canciones terminan, se apagan las luces, se derriban los decorados y cae el telón con un "Acción" que no es más que el comienzo del eterno ciclo creativo de los cineastas, uno tiene la sensación de haber asistido a un espectáculo fascinante, extraño,carismático y con una capacidad de deslumbrar, cuando quiere, incontestable. Pero también a una obra que podría haber dado mucho más de sí. Todo depende de lo inspirado que esté uno. Y es que, en el fondo, todo depende de la inspiración, y sino que se lo pregunten a Guido Contini.

Nota: 8,5

1 comentario:

Luis Francisco dijo...

Genial tu procedimiento, menudo cirujano cerebral. Parece que estás diseccionando una rana. Lo malo, que a mí los musicales...Un saludo maestro