sábado, 20 de noviembre de 2010

Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte 1 - La madurez del mago





Todavía recuerdo aquella tarde de noviembre de 2001. El, por desgracia, desaparecido cine Alfonso XIII de Cartagena estaba repleto de niños ansiosos que daban forma a una cola antológica. Por entonces no existía la opción de reservar entradas por lo que la batalla para conseguir una buena butaca donde ver la adaptación cinematográfica del primer libro de una saga que estaba agitando el mundo era cuestión casi, de vida o muerte. Al final se consiguió y en una sala abarrotada se empezaban a escuchar los gritos, silbidos y risas nerviosas ante uno de esos días marcados en el calendario. Las luces se apagaron, y los primeros aplausos no se hicieron esperar. La fantástica banda sonora de John Williams daba paso a la imagen que todos estábamos esperando: “Harry Potter y la piedra filosofal” se desplegaba ante nosotros como un torbellino de magia, fantasía, acción y emoción sin descanso alguno. Pasados los 152 minutos, como un suspiro, volvieron los aplausos, el entusiasmo. Se habían cumplido las expectativas y Potter había conseguido trasladar parte de su genial origen literario a la gran pantalla. Pues bien, nueve años y seis entregas después, vuelve a una sala de cine el, ya no tan joven, mago. Vuelve Harry Potter.

El marketing y la publicidad que rodea cada estreno cinematográfico de las aventuras de Ron, Hermione y Harry nos la conocemos. Que si la más adulta, que si la más tenebrosa, que si la más oscura…pues bien, esta vez, tienen razón. El director David Yates vuelve a ponerse tras la cámara, tras convertir “La orden del Fénix” en una película casi redonda y desaprovechar la apabullante carga dramática de “El príncipe mestizo” hasta hacer de ella una película, casi, de transición. Y lo cierto es que es más que probable que nos encontremos ante su mejor dirección. Llena de ideas memorables, como la plasmación de un cuento en una especie de película animada dentro de la historia, Yates demuestra un buen numero de recursos que dotan a las aventuras de Potter de una madurez envidiable para el resto de la saga. Pero, por desgracia, con la evolución llegan también las perdidas, y en este caso se sacrifica la magia a cambio de los conflictos personales de los personajes. Olvidaros de Hogwart, Quidditch, pociones y conjuros, “Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte 1”, se presenta como una película de misterio, aderezada por unas notables escenas de acción, algo de road movie, y evidentes ecos de las inolvidables aventuras de Frodo, Aragorn y compañía.

Incluso con los inevitables baches de ritmo que puede tener una película de dos horas y media de duración, esta primera parte del capítulo final de Harry Potter se presenta como una más que digna antesala de la que, presumiblemente, será la entrega más espectacular de toda la saga, una parte 2 que se espera, desde ya, con las ansias de quien sabe que nos encontramos ante uno de los desenlaces épicos más magistrales que se recuerdan. Los que hemos crecido con Potter, Voldemort, la familia Wesley o Severus Snape, volveremos en julio a sentarnos en una sala, escuchar las risas nerviosas y esperar que se apaguen las luces para dar por concluida, no solamente una notable franquicia cinematográfica, sino, una parte de nosotros que, al igual que ocurrió cuando llegamos a la última página de su inolvidable referente literario, se sentirá un poco más mayor. Perdida la inocencia, nos queda la madurez. Y entonces tocará volver a recordar que cualquier tiempo pasado quizás no fue mejor, pero si un poquito más mágico.


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