sábado, 23 de abril de 2011

"Scream 4" - Cosas que nunca cambian



Parece que fue ayer cuando, por primera vez, nos encontramos ante el temido Ghostface, ese asesino carismático y ágil, capaz de aparecer tras una puerta y, al segundo, salir de un armario cuchillo en mano. Aquella primera llamada, aquella frase que helaba los nervios ("¿cuál es tu película de terror favorita"?), aquel primer asesinato, aquel primer grito. Y, reitero, parece que fue ayer pero, desde que Wes Craven se sacara de la manga "Scream", la película que dió inicio a un subgénero del terror basado en las dosis exactas de sustos, humor y chicos/as guapos/as con un destino final bastante claro, han pasado, nada más y nada menos, que 15 años. Desde entonces, ya se sabe, dos secuelas que mantuvieron el tipo, en especial la segunda, y una larga lista de films de terror adolescente que le deben la totalidad de su existencia a esta saga que llega, en el 2011, a su cuarta entrega. Cuando nadie la esperaba.

El principal enemigo que se le suponía al regreso de Ghostface era, justo eso, el paso del tiempo. Aquellos adolescentes que llenamos las salas de cine de gritos y risas en los noventa hemos crecido y, a estas alturas de la película, difícil era que Craven nos sorprendiera. Por otro lado, el público actual se ha visto sometido a tal cantidad de estrenos de terror, imposible enumerarlos, que tampoco parece sencillo que se vean cautivados por la saga, sino lo han hecho ya o si, poniéndonos en lo peor, su referencia directa es la parodia, es decir, "Scary Movie". Por eso, Wes Craven y su inseparable guionista, Kevin Williamson, no han querido arriesgar y han planteado "Scream 4" del mejor modo posible, como una tormenta de referencias, tanto propias como externas, que dan forma a la que, posiblemente, sea la película más retroalimentada que ha pasado por nuestras carteleras en mucho tiempo.

Festival de sustos y sangre, de cine dentro de cine, "Scream 4" patina, precisamente, en la que era una de sus señas de identidad, el sentido del humor, demasiado infantil y reiterativo en esta ocasión y que lastra, en ciertos momentos, el ritmo de la trama. Pequeño "pero" para una película que no desmerece ante sus predecesoras, obviando el hecho de que la primera entrega sigue siendo la mejor por lo novedoso de la propuesta, y que apuesta por lo que Wes Craven y su icónico Ghostface, han buscado siempre: entretener, entretener y entretener. El tiempo ha pasado, si, pero "Scream", quince años después y en su cuarta entrega, sigue siendo una excusa perfecta para asustarse. Después de todo, ya se sabe, hay cosas que nunca cambian.

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