domingo, 11 de noviembre de 2007



Rufus Wainwright en su concierto en Cartagena

Aquí os dejo la crónica escrita por Jam Albarracín para "La Verdad" del concierto de Rufus Wainwright, a mi entender una de las mejores críticas que he leido y capaz de explicar, lo máximo posible, la experiencia que vivimos todos los que el viernes 9 de noviembre acudimos al mejor concierto de nuestras vidas. Sin más comentarios os dejo con esta espléndida crónica.


27 FESTIVAL DE JAZZ DE CARTAGENA
11.11.07

DIOS EXISTE


La Verdad tuvo el inmenso placer de presentar, dentro de la 27 edición del Jazz Cartagena, a Rufus Wainwright. La velada que más expectación había despertado del festival -sin localidades desde hace una semana- desbordó hasta las previsiones más optimistas. Un espectáculo soberbio. Una de esas noches que, dentro de unos años, uno podrá recordar con orgullo: yo estuve allí. El del viernes fue, sencillamente y la duda ofende, el mejor concierto del año. Probablemente del lustro, quién sabe si de la década. Esta vez sí, vale agotar los superlativos. Dios existe. Ni Stones, ni Dylan, ni Springsteen: Rufus Wainwright.

La propuesta del canadiense de Nueva York tiene la majestuosidad de la ópera, la exuberancia del musical de Broadway, el poder melódico del pop, la suavidad del folk-rock, el aroma de libertad del singer-songwritter, la revelación del soul, la lujuria del cabaret. Todo ello esgrimido con un grado de calidad, originalidad y magnetismo insólitos: Rufus no seduce, directamente enamora. Desde el primer minuto de la primera canción -ahí es nada empezar con una melodía tan complicada como la de Release the stars, aunque en realidad todas lo son- y hasta el último de los bises, todo es absolutamente delicioso.

Su sentido del espectáculo es abrumador. La estética, la exactitud técnica, la gracia en la comunicación, la generosidad -más de dos horas de concierto-, el repertorio... Todo está cuidado con tanto mimo que justifica las caras de éxtasis del público a la salida. Lástima no haber llevado una cámara de fotos. El sonido, los músicos y la puesta en escena son magníficos, pero la línea de meta revela este podio: Wainwright, Wainwright y Wainwright: su voz, sus composiciones, su poder de fascinación.

El concierto fue ameno y muy variado. Con mayoría de canciones de su flamante nueva entrega, Release the stars -Do i disappoint you erizó la piel y Beetween my legs es la mejor canción pop de 2007-, pero con títulos de toda su discografía, desde Danny boy -de su primer álbum de 1998-, hasta Cigarettes and chocolate milk o esa maravilla coral que es 14th street, con la que cerró la segunda parte de un show que comenzó tocado con traje de rayas rojiblancas salpicado por tremendos broches brillantes, continuó vestido de boy-scout y casi finalizó en albornoz blanco, cantando junto al piano de mamá (literal, no es una frase hecha). Digo casi porque aún quedaba el simpático momento transformer final, joyas, tacones y lápiz de labios incluidos. Con faldas y a lo loco.

Todo en Rufus Wainwright es superlativo. Dramático, impresionante, barroco, desmesurado. Pero lo más excesivo es su devastadora calidad, su genialidad indudable. Y de eso, fruta escasa, es imposible empacharse. La del viernes fue una de esas veladas en las que uno se congratula con la música, con el arte y con la vida. Menos mal que existen.


Jam Albarracín

1 comentario:

G B dijo...

Bueno..parece ser que dios paso por Cartagena..que mejor modo de verlo que persiguiendolo a toda velocidad para conseguir una foto con mis amigos Taxman y Jorge.

Una voz única, un artista enorme, que gana más si se le escuxa en directo, algo que marca la diferencia entre los grandes.

No quiero tocarle el escroto a nadie, pero me parece la voz más impresionante que he oído después de la de Freddie Mercury.

Y como me gusta de Rufus. Release the staaaaaarrrrrr!!!!!!!!