sábado, 20 de febrero de 2010

Quique González - La honestidad del pájaro mojado



Se notaba en la cara de la gente en la entrada del Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Había expectativas, ganas de disfrutar de Quique González, muy probablemente, el cantautor español en mejor estado de forma de nuestro panorama musical. Llegaba a la región para presentar su último trabajo, “Daiquiri Blues”, o lo que es lo mismo, el mejor disco de su carrera, un trabajo lleno de emoción, de grandes, y excelentes, canciones cantadas con una intensa sinceridad.

Y se notaba en la cara de la gente cuando arrancó el concierto, con las primeras notas de la canción homónima del mencionado “Daiquiri Blues”, un comienzo sobrio, y a la vez, cautivador. Tras ella, llegaron clásicos de la talla de “Pequeño rock and roll”, impresionante de comienzo a fin, la hipnótica “Me agarraste”, la rockera “Avería y redención”, la espectacular “Pájaros mojados” o “Kamikazes enamorados”, para quien esto escribe, lo mejor de su carrera. Todas ellas, canciones que forman parte de una de las discografías más redondas e imprescindibles de la última década de la historia musical de nuestro país.

Mención aparte merecen los nuevos temas, que demuestran su valía al codearse con los clásicos sin que el listón baje lo más mínimo, sino todo lo contrario. El lado más tranquilo, íntimo, de González sale a relucir con una elegancia digna de aplauso en temas como “Lo voy a derribar” o la brillante “Riesgo y altura”, pero también nos encontramos con un cantautor rockero, “Restos de Stock” así lo certifica, y, por encima de todo, un artista con una capacidad para conmover que se escapa en cada sílaba, en cada nota, como así demuestran canciones como “Nadie podrá con nosotros”, la enorme, en su sencillez, “Anoche estuvo aquí”, la excelente “Deslumbrado”, o las, ya convertidas en clásico, “Un arma precisa”, “Hasta que todo te encaje” y “Su día libre”, las tres mejores canciones de su último trabajo junto a esa bomba de relojería emocional llamada “Algo me aleja de ti”, versión de una canción de Lapido que Quique convierte en suya, como si fuera imposible creer que a alguien más que a el le ha ocurrido la, terrible y cotidiana, historia que cuenta.

Y después de esto, los bises, con, entre otras, “Salitre” recorriendo cada rincón del auditorio, “Vidas cruzadas” consiguiendo el éxtasis colectivo o “La luna debajo del brazo” convertida en lo que es, un himno. Y al final, “Miss camiseta mojada” apabullando a un auditorio puesto en pie para disfrutar del último regalo de un artista que lleva la honestidad por bandera, la emoción como sello confundible. No acepten imitaciones, Quique González es único, y su concierto en Murcia confirma una hipótesis evidente: cuando se canta de verdad, la emoción que se desprende contagia a cualquiera que esté dispuesto a escuchar. El pájaro mojado llegó, cantó y emocionó. Ahora ha vuelto a la carretera, y estará, como el mismo canta, camino de cualquier parte, pidiendo entrar en los sueños de alguien. Mientras espera tiene un lugar donde refugiarse, la memoria de todos aquellos que disfrutamos, con lágrimas en los ojos y felicidad en el corazón, de un concierto inolvidable.





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