lunes, 17 de enero de 2011

"Amor y otras drogas" - Géneros




Hablemos de géneros. Comedia, drama, bélico, ciencia - ficción, terror, thriller. Una de las cosas más maravillosas del séptimo arte es la capacidad para ofrecer, como si de un restaurante se tratara, diferentes platos, con sus correspondientes ingredientes. Pero, siendo honesto, las mejores películas son aquellas que se atreven a mezclar, que arriesgan intentando encontrar el equilibrio entre sus distintas facetas. Uno de los géneros más empeñados es esto y que, además, ha ido teniendo más representación en la cartelera, es la comedia romántica. Títulos como "Pretty Woman", "Notting Hill" o "Love Actually" sirven como ejemplo para reivindicar un tipo de cine vapuleado con bastante asiduidad. Y, aunque es cierto que son pocos los films supervivientes al paso del tiempo, algunos, como los títulos mencionados, demuestran que, cuando los ingredientes se complementan bien, el resultado suele ser más que digno. Lástima que en "Amor y otras drogas", la película que nos ocupa, no encuentre nunca el modo de manejar los tres géneros que abarca: comedia, amor y drama.

Lo primero que sorprende es comprobar el poco entusiamos que un director como Edward Zwick, conocido por el exceso épico de algunas de sus películas como "El último samurai" o "Tiempos de gloria", pone al contar una historia que, dentro de lo que cabe, tenía posibilidades para terminar siendo más que aceptable. El principal problema es que la desgana de Zwick se va apoderando del resto de un relato que se desinfla conforme avanza hasta llegar a ser, por momentos, ridículo. Y lo peor es que, dentro de los géneros entre los que salta de escena en escena haya un solo perjudicado: el drama. Porque, no nos engañemos, estamos ante una historia de amor dramática. No desvelaré el eje argumental de la película, que los engañosos trailers han vuelto a ocultar para gloria de las taquillas y posterior decepción de los espectadores, pero, sin duda, en ese factor estaba la clave para que "Amor y otras drogas" hubiera funcionado. Ese era el camino, y no los numerosos chistes sobre el órgano reproductor masculino de los que el incomprensible guión hace uso tras cada escena dramática.

"Amor y otras drogas" es, en definitiva, una comedia que no hace gracia, una historia de amor que no conmueve y un drama que se queda a medio gas. Pero, aún así, hay que rescatar a los dos naúfragos de la tormenta. Y es que sus dos protagonistas, Jake Gylenhall y Anne Heathaway, están excelentes en sus papeles. Gylenhall ofrece una actuación descarada y, casi, autoparódica de semental con traumas personales. Mención especial merece Heathaway, una actriz excelente y, de lejos, la mejor intérprete de su generación. Maravillosa en cada plano, cautivadora y espléndida, no tiene problema alguno en merendarse con patatas a cualquier otro miembro del reparto que pase por su lado y terminar siendo, sin duda, lo mejor de la función. Ella es lo que realmente justifica comprar una entrada para ver "Amor y otras drogas". El resto, es un plato con tantos ingredientes que no deja sabor alguno. Cuestión de géneros.

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