sábado, 22 de enero de 2011

"Más allá de la vida" - Después




No era un tema sencillo de abordar. Por más que Eastwood haya tratado la muerte en obras fundamentales como "Sin Perdón", "Mystic River" o "Million Dollar Baby", el director americano siempre lo había dejado en ese punto, en ese lugar en el que sus personajes deben enfrentarse al después de la pérdida. Unos se refugiaban en la soledad, otros buscaban venganza, otros desaparecían del mundo. Pero jamás nos había mostrado, ni lo había intentado, ese supuesto tunel de luz que nos lleva, o no, al más allá. Su nueva película, tras la fallida "Invictus", se arriesga a continuar las historias que, en el resto de la filmografía de Eastwood, ponían punto y final, o seguido, a sus personajes. El principal problema, es el modo.

Siguiendo la estela, convertida en cátedra, de Iñárritu y Arriega de contar varias historias paralelas que terminan encontrando un nexo común, Eastwood comienza con pulso firme a explicar las causas que despiertan el interés de los personajes principales, una periodista francesa, un obrero con un don para comunicarse con el más allá y unos gemelos londinenses, por el "después" de la vida. La escena inicial, apabullante, o los primeros momentos de los gemelos George y Frankie McLaren nos traen al mejor Eastwood, ese maestro capaz de colocarnos un nudo en el corazón con toda la calma del mundo. El problema es que, a partir de ese momento, el desarrollo de la cinta se va encontrando muchos, quizás demasiados, baches en el camino, diluyéndose el interés en algunas de las historias, especialmente la trama "francesa", con diferencia, la más perjudicada del film.

En cualquier caso, estamos hablando de Eastwood y eso nos asegura, al menos, una indiscutible coherencia y clasicismo en su modo de plasmar la trama en imágenes. La sobriedad de su fotografía y los claroscuros de sus personajes son marca de la casa y, a pesar de lo endeble de la trama, siguen sumando a favor en el cómputo global de la cinta. En definitiva, no es el mejor Eastwood, ni el peor, es, simplemente, un notable drama con momentos desgarradores y vacíos, emoción y frialdad, interés e indiferencia. Por eso, cuando concluye la película, con uno de los desenlaces más fáciles e incoherentes de su filmografía, uno no se queda clavado en su butaca, aplaudiendo por dentro a Eastwood, como sucedía con "Gran Torino", "Cartas desde Iwo Jima" o "El intercambio", por citar algunas de sus últimas películas. Uno tiene la certeza de que, en absoluto, ha visto una mala película, pero había tema más que suficiente para llegar más alto. Y uno de los mejores directores vivos para contarla. Por eso, sale uno del cine con sensaciones encontradas, con escenas memorables en la retina pero, también, falto de emoción. La gratitud de cualquier amante del cine hacia Eastwood debe ser constante, por lo que nos ha regalado antes y ahora. Eso sí,los aplausos, en esta ocasión, los dejamos para después.

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