sábado, 19 de enero de 2008

"Los crímenes de Oxford" - Problema matemático





Hay personas a las que les gustan las matemáticas. Y yo lo respeto. Lo que es evidente, visto la carrera que estoy estudiando (Periodismo) y mis aspiraciones profesionales (trabajar en un medio escrito), es que a servidor no le hacen tanta gracia, lo que no quita que sienta un extraño amor/odio hacia ellas.
Y es que un problema matemático ofrece un trabajo que puede resultar desesperante, angustioso y hasta desquiciante a veces, pero también provoca una extraña sensación de victoria y logro una vez se ha dado con la respuesta.
Pues bien, adaptando esa teoría a "Los crímenes de Oxford" podríamos resumir lo que ofrece el film: un enrevesado laberinto casi matemático en el que se dan la mano momentos cinematográficos de altos vuelos con otros demasiado densos y complejos, que alcanza su verdadero logro en un desenlace más que notable.

El director Álex de la Iglesia es un tipo interesante, uno de los escasos "autores" que tiene el cine español en su nómina. El problema es que también es un director irregular, capaz de combinar pequeñas joyas como "El día de la bestia" o "La Comunidad", con productos tan desafortunados como "Crimen ferpecto" o "Perdita Durango". Lo que se mantiene en todas sus películas, es la sensación de que De la Iglesia es un cineasta excelente que demuestra una capacidad de planificación y montaje sobresalientes y una capacidad de entender el cine muy personal. Lo que ocurre con "Los crímenes de Oxford" es que ofrece las dos caras del director; si bien no es su mejor obra, tampoco se merece estar en la lista de sus peores trabajos, lo que la sitúa en un punto intermedio, y no solo eso, sino que en ella se puede comprobar el excelente director que es De la Iglesia cuando quiere (el asombroso y ejemplar plano secuencia con el que da comienzo la trama de los asesinatos) y los problemas que parece encontrar en la narración de la historia en momentos (la alocada presentación de los personajes).


Pero no son todo fallos en "Los crímenes de Oxford", ni mucho menos, y es que a parte de los grandes momentos que ofrece la dirección (brillante la secuencia de inicio,que no el fallido prólogo, el ya mencionado plano secuencia y el epílogo en el múseo), los elementos técnicos de la película merecen grandes alagos, desde la brillantísima banda sonora que ha compuesto Roque Baños, pasándo por la excelente fotografía de Kiko de la Rica y terminando en el notable trabajo de montaje que se ha realizado. Estos tres aspectos del film son uno de los grandes logros de la cinta y son la auténtica base de un proyecto en constante duda de si otorgarle la importancia total a la forma o al contenido.
Por suerte, la balanza termina inclinándose en darle todo el peso a la historia a través de un irregular guión firmado por el mismo De la Iglesia y Jorge Guerricaechevarria, basado en la novela de Guillermo Martínez, que como todo en el film ofrece lo mejor (la mayoría de conversaciones entre los personajes de Elijah Wood y John Hurt) y lo peor ( el personaje, casi caricaturesco, de Julie Cox).


El plano interpretativo muestra más claridad, ya que en general todos están bien en sus respectivos papeles. Si bien el plantel de secundarios deja que desear en algunos casos (la sobreactuada Cox, el prescindible Jim Carter y la irritante Anna Massey son de lo peor del film), en otros muestra una calidad extraordinaria, como ejemplifica la interpretación del francés Dominique Pinon.
Pero es en el tridente protagonista donde se encuentran las mejores actuaciones, comenzando por un Elijah Wood recién salido de las tierras de Tolkien, que ofrece inesperadamente, al menos para servidor, una de sus mejores interpretaciones, resultando creible y haciendo simpático a un personaje que podría haber transmitido mucha irritación al personal con sus paranoicos discursillos, pero al que Wood sabe darle un toque cercano que se agradece.
El problema es que se enfrenta a un monstruo como John Hurt que demuestra en su enorme actuación una elegancia, sobriedad y, sobre todo, presencia envidiable. El mejor papel de la película para el mejor actor de la película.
Y después está Leonor Watling...mi grado de objetividad con esta mujer es casi nulo, y es que me parece una de las mujeres más sexys del mundo, una de las cantantes más personales del panorama actual (brillantes sus dos últimos trabajos con su grupo "Marlango") y una de las mejores actrices de Europa. Así que no me importa en absoluto que su personaje esté mal presentado (que lo está), ni que su presencia en el film esté centrada en presentarla como el elemento erótico de la trama (cosa que no solo no me molesta, sino que agradezco), porque simplemente con verla inundar la pantalla en cada escena en la que aparece (vestida o desnuda) a mi me basta para afirmar que es de lo mejor de la película.


Nos encontramos, pues, con una película irregular, capaz de dejarnos con la boca abierta de asombro o de bostezo, de mantenernos pegados a la butaca (el primer asesinato y todo el desenlace) o hacer que se nos cierren los ojos (alguna conversación de más entre John Hurt y Elijah Wood), pero a la cual se le perdonan todos los fallos que aparecen en el desarrollo gracias a un desenlace que es el verdadero triunfo y logro del film. Como si de un problema matemático se tratase.


Nota: 7,5

Taxman


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