domingo, 27 de febrero de 2011

"Los chicos están bien" - Vale, me alegro



Sorprende observar el aluvión de alabanzas que la crítica ha vertido sobre "Los chicos están bien", la película que, con "Winter,s Bone" en el otro extremo, viene a cubrir la cuota de cine indie que se cuela en las listas de lo mejor del año, junto a cintas a las que se les supone un mayor calado dramático y emocional. Desde hace unos años, es cada vez más evidente el éxito de este tipo de cintas, historias cotidianas contadas con el presupuesto justo y con, cada vez más, mejores interpretes al frente. El principal problema es que el encanto, la virtud más asociada y característica a este género propio, va desapareciendo progresivamente, anulando los pocos factores sorpresas que podemos encontrar en sus relatos. Sirva como ejemplo, "Pequeña Miss Sunshine", película que abre la veda y lleva al cine indie al mainstream más absoluto. Éxito en taquilla y nominaciones al Oscar incluidas, la historia de una niña que sueña con ser la estrella de un concurso de belleza infantil, estaba llena de un sentido del humor amargo, de una melancolía implícita que se disipaba hasta concluir con un canto a a la seguridad en uno mismo, a la necesidad de no tomarse todo tan en serio. La magia, ejemplar, que impregnaba aquella película sigue pesando en una manera de hacer cine que, cada vez más, parece llevar el piloto automático.

"Los chicos están bien" supone el claro ejemplo del nivel de comodidad e, incluso podríamos decir, aburguesamiento, al que está llegando este tipo de producciones. Un grupo de actores plenamente asentados, en mayor o menor medida, en el star system de Hollywood se enfrentan con la capacidad que se les atesora a unos personajes que, para ser sinceros, no esconden precisamente, una alta gama de posibilidades dramáticas. Y es que, a pesar de lo atípico de su argumento, esta historia a tres bandas entre un matrimonio de lesbianas y un soltero amante del sexo y la buena vida, pese a contar con momentos más que destacables, gracias sobre todo a sus solventes intérpretes, se va desinflando sin parangón llegando a convertirse en, básicamente, una nueva reflexión sobre lo complicado que es mantener la rutina en un matrimonio sin que eso desgaste la relación afectiva. Y pare usted de contar.

Sin embargo, lo realmente destacable de "Los chicos están bien" son el trío protagonista. Mucho se ha hablado de la posibilidad de que Anette Benning se lleve esta noche el Oscar a casa, recibiendo así un homenaje a una carrera casi intachable. Sin duda, sería un reconocimiento necesario gracias a una actuación a la que no se le pude poner ni un solo pero. Lo que ocurre es que compite con Natalie Portman, la cual ha ofrecido, de lejos, la mejor interpretación del año, sin especificar géneros. Si la protagonista de "Cisne negro" se marcha a casa sin premio de la Academia será una injusticia de las grandes. Acompañando a Benning, tenemos a una Juliane Moore tan sobresaliente como nos tiene acostumbrados y Mark Ruffalo, uno de esos actores que, algún día, verá reconocida una trayectoria soberbia dentro del cine independiente. Su actuación es excelsa, llena de matices, elevando a memorable un personaje que nunca tiene el cariño que se merece por parte de su guión.

"Los chicos están bien" ha tenido un más que aceptable paso por la taquilla estadounidense, algo que, seguro, se ha visto reforzada por la multitud de premios que va recogiendo, incluido el Globo de Oro a Mejor Comedia. El hecho de que el día en el que escribo esta crítica, la película sea una de las protagonistas de los Oscars, con cuatro nominaciones, incluyendo Mejor Película, demuestra el buen estado de forma del cine indie. De todos modos, ir caminando por la ciudad y ver en cada esquina un cartel de la película, desconcierta. Quizás lo que se han ahorrado en presupuesto lo han gastado en promoción. Completamente respetable y válido. Pero la pequeña Miss Sunshine demostró que, sin necesidad de estos alardes, se podía conquistar el corazón del público, haciéndoles salir del cine con una sonrisa en la cara gracias a unos personajes que nos preocupaban y emocionaban. Este era el elemento que diferenciaba al cine independiente del masivo, la conexión que se conseguía con las personas normales, como tu y como yo, que poblaban sus escenas. ¿"Los chicos están bien"?. Vale, me alegro.

No hay comentarios: